Nos encontramos con el dolor de forma inesperada, imprevista… y en principio es como un callejón sin salida… No estamos muy equipados para asumir unos planteamientos que incorporan a nuestra vida la incertidumbre y el vértigo de la intemperie en el control de lo que tengo y lo que soy…
Y no es un escarmiento, ni un castigo, ni una amenaza… en la escuela de la vida hay que aprender confianza… y la confianza es una consecuencia de la fe…
Vivir no es sumar días a la existencia… y, es tan fácil instalarnos en la comodidad, cercando el mundo en mi propio ámbito, sin levantar la mirada hasta que la vida nos impacte y nos comprometa, que Dios que nos ama tanto, tiene que educarnos…
Dios puede resolver nuestros problemas en un suspiro… los nuestros y los del mundo entero. Pero con solo quitarnos los obstáculos… ¿hasta dónde haría el hombre descender el listón de vivir?
El dolor sin prolongar el tiempo en lo eterno es imposible vivirlo con dignidad -nos destruye-, pero si nos fiamos de que Dios conduce la historia y es Él quien de verdad nos ama, podemos iluminarlo y caminar en esa luz, incorporando al dolor la esperanza… porque DIOS ES FIEL.
Trabajemos el dolor con la fe… permitamos a Dios hacer milagros por nuestra confianza en Él, pongamos empeño en entrar en sus caminos y facilitemos que el Reino de Dios se exprese hasta crecer en nosotros…
Rezando unos por otros llegaremos antes, el Beato Tito sigue en el centro de nuestra miradas para presentar a la Madre del Carmen y a su Hijo, la salud de nuestros enfermos: Alegría, Adriana, Javier, María, los enfermos del médico del blog, los que cada uno llevan o llevamos en el corazón y en el deseo de verlos recobrar la salud, o tantos otros que tienen problemas y están pasando un momento estrecho…
Beato Tito, ruega por nosotros…